lunes, 16 de agosto de 2010

Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto...

Disclaimer: Lo que siempre se dice "nada de esto me pertenece bla, bla, bla, bla..." Simplemente pasen y lean.

Notas de la autora: Sólo decirles que contiene shônen ai, pero muy suavecito, apenas una insinuación, no hay nada explícito (a menos de lo explícita que pueda ser tu mente cuando te pongas a imaginar, pero bueno, eso ya cada uno ) Y ahora, a leer.

Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto...


Estoy sentado en el sillón en el que tantas otras veces te sentabas pero ya no podrás hacerlo más.

Miro tu cuarto. Aunque está destartalado y lleno de polvo sigue notándose tu presencia. Las cosas están tal y como las dejaste antes de que nos fuésemos esa fatídica noche. Nadie ha tocado nada. No lo he permitido.

Dicen que salga, que no debo quedarme aquí encerrado ahogándome en mi sufrimiento, que ellos también te querían y te echan de menos, pero que ahora no podemos perder ni un momento. ¿Lo oyes? Si fuese así no te habrían obligado a permanecer encerrado en el sitio que más odiabas sobre la faz de la tierra, porque los que te conocíamos sabíamos lo que esta casa significaba para ti. Incluso cuando decías que el haber estado en Azkaban no era nada comparado con volver a la casa en la que te criaste porque esto te traía recuerdos demasiado dolorosos.

Desapareciste, te esfumaste, me dejaste solo cuando habías jurado que nunca lo harías.

No tengo un cuerpo sobre el que llorar. No tengo una tumba sobre la que golpear mi frustración. No tengo un lugar donde ir para ahogar mi dolor.

Siempre fuiste valiente, arrojado, demasiado impulsivo, apasionado...Nunca me extrañó que fueras un Gryffindor, aunque eso en tu casa no lo entendían y te lo hicieron pagar caro.

Cuando estábamos en Hogwarts recuerdo que a veces oía tu llanto tras las cortinas de la cama en el silencio de la noche y sin embargo, por las mañanas, te volvías a levantar de buen humor y siempre tenías una sonrisa en el rostro. Jamás te dije nada, sabía que eso habría herido tu orgullo, al saberte descubierto, al mostrar tu punto débil. Aunque fingías indiferencia hacia tu familia, yo sabía que en el fondo de tu alma había dolor.

Recuerdo que eras muy popular. Tenías a muchas chicas e incluso a algunos chicos detrás de ti. ¿Quién podría resistirse a tus ojos azules cuando miraban de forma seductora y a esa sonrisa elocuente? Sí, es cierto, a muchos les robaste el corazón pero, ¿a quién pertenecía el tuyo? Estuviste con muchas personas, pero no fueron más que entretenimientos, a ninguna la llegaste a querer porque temías que te lastimaran. Sólo tus amigos, Peter, ese maldito Peter, James y yo logramos que te mostrases ante nosotros como eras, aunque quizás, ante quién más te mostraste fuese a mí, sobretodo después de descubrir que era un hombre lobo.

¿Por qué no le contabas a Colagusano? Peter era demasiado... ¿Simple? ¿Inocente? Quizás lo fuese entonces, cuando lo conocimos, aunque luego se convirtió en una serpiente asquerosa. ¿Y a Cornamenta? Él y tú erais uña y carne, no había dos mejores amigos en todo Hogwarts, pero aún así sabías que había cosas que él no entendería, como el miedo al rechazo. ¿Por eso me escogiste, por que yo si sabía lo que era ser rechazado por los demás? Supongo que por eso me elegiste como confidente de tus secretos temores. Yo te servía de apoyo y tú a mí.

A ti te atormentaba el hecho de ser rechazado por los que querías, toda tu vida fue así, aún más cuando te encerraron en Azkaban. Te horrorizaba el acabar convirtiéndote en una serpiente como casi toda tu familia. Pero tú no eras como ellos. Tú eras tú, con tus virtudes y tus defectos, y así me gustabas.

Mi mayor temor era, es y será el rechazo por mi condición de licántropo. No sabías cuantas veces me echaron y me rechazaron sólo por este hecho, condenándome una y otra vez a la eterna soledad porque nadie quería acercarse más allá del lobo y mirar al hombre. Únicamente tú estuviste siempre a mi lado. Incluso cuando lo descubristeis, pude ver en Colagusano y Cornamenta cierto temor en sus ojos, al menos al principio, hasta que se acostumbraron. Pero tú me mirabas de distinta forma, como comprendiendo mi dolor y no mostrabas ningún temor. Nunca sabré cómo agradecerte el que tuvieras la idea de haceros animagos para acompañarme en las noches de luna llena y así ayudarme a hacer más soportables las transformaciones.

Una vez lloré por ti porque creí perderte para siempre el día que te llevaron a Azkaban injustamente acusado por asesinar a Peter y otras personas, y haber delatado a los Potter. Pero aún así, el saber que aún seguías con vida y la certeza que sentía mi corazón de que tú eras inocente, me ayudaban a seguir adelante. Ahora ya no me queda nada, me has dejado definitivamente. Sólo existes en mi memoria y en los recuerdos que pueblan mi alma.

Si cierro los ojos aún puedo ver tu rostro sonriéndome cuando te despertaba por las mañanas. Tu pelo negro se enredaba en mis dedos y el olor de tu cuerpo me embriagaba. Recuerdo cuánto te gustaba que te tocase el pelo cuando recostabas tu cabeza sobre mi pecho. Sabías cómo derretirme al besar mi cuello, despacio, lentamente, con una dulzura que nunca habría esperado. O tus manos al moverse libremente sobre mi cuerpo, haciéndome sentir lo que jamás nadie pudo. Cuando estaba contigo lograba olvidarme de todo, incluso de la maldición que llevo en mi sangre.

Pero ya no estarás jamás conmigo y a mí me toca seguir adelante sólo. Desearía poder dejar este mundo de miseria atrás, pero sé que no me perdonarías jamás el hecho de que dejase a Harry sólo, sobretodo ahora que ya no tiene ni a sus padres ni a su padrino. No te preocupes, yo lo cuidaré como si fuera mi hijo, nuestro hijo...Cuánto me hubiese gustado poder decir esas palabras estando a tu lado.

No debo llorar más, debo mantenerme firme para poder ayudar a Harry a salir de ésta y que pueda enfrentarse a Voldemort. Haré que tú, James y Lily os sintáis orgullosos del chico porque será un gran hombre.

Nuestro reencuentro, si es que hay algo más allá de esta vida, tendrá que esperar, Sirius, pero ojalá llegue a producirse.

Cuando desaparezca, los libros hablarán del gran Harry Potter, el niño que sobrevivió, pero de nosotros, Sirius, ¿quién hablará? ¿Nos recordará alguien? Lo cierto es que una vez hayan desaparecido las personas que queremos, nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto...

Viernes, 28 de mayo de 2004

Aroa Nehring